La Memoria Dormida

Columna por Rodrigo del Villar Cañas, 6 abril 2022

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento,
el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella
tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”
Cien Años de Soledad
Gabriel García Márquez

Con Dylan como música de fondo, inspiradora, escribo estas líneas que dicen relación con el tema de la memoria dormida y el despertar de la misma.

Estas líneas son sobre Melinka, aunque no desde la perspectiva de nuestra Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví, sus logros y avances, sino desde su real origen que mucho tiene que ver con mi propia historia y una idea especial un poco loca y un poco utópica en sus inicios y de cómo nació esta.

Para ello, debo retroceder en el tiempo a mayo de 1976, fecha en que contra mi voluntad y deseo debí abandonar el país. A mi salida de 3 Álamos se me dio un plazo perentorio de quince días para encontrar acogida en algún país, caso contrario debía atenerme a las consecuencias bastante obvias por cierto.

El 29 de mayo de 1976 Roberto Kozak, un amigo entrañable, encargado del CIME en Chile me acompañó al aeropuerto y subió conmigo al avión para asegurarse que nada ocurriese con mi seguridad. Finalmente bajó del avión pocos minutos antes que se cerraran las puertas y el Lufthansa despegara de suelo chileno. Fue uno de los viajes más largos de mi vida, primero Buenos Aires luego Frankfurt, Copenhague y finalmente Estocolmo.

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Con la reconstrucción de la cabaña y su puesta en valor culmina proyecto museográfico del campo de prisioneros Melinka Puchuncaví

La aspiración de la Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví por reconstruir ya está lista para abrirse a la toda la comunidad y así conocer sobre la historia de esta colonia de veraneo que fue campo de detención en dictadura. Esto fue posible gracias al financiamiento del Ministerio de Justicia y los DD.HH.

Este mes ha concluido el proyecto titulado “Diseño e implementación museográfico y museológico del museo de sitio balneario popular y campo de prisioneros políticos Melinka Puchuncaví etapa 1” que nos ha permitido como organización llevar a cabo la primera parte del diseño museológico y museográfico de este Monumento Nacional en la categoría de Histórico.

Se trata de un proyecto que fue financiado por el Fondo Concursable para Proyectos de Cultura y Sitios de Memoria 2021 de la Unidad Programa de Derechos Humanos convocado y financiado por la Subsecretaría de Derechos Humanos (SDDHH) del Ministerio de Justicia y los DDHH, que nos fue adjudicado desde el mes de mayo.

“Con todos los contratiempos y dificultades que trajo la pandemia, el proyecto ha terminado, y podemos decir que se ha desarrollado en un período de tiempo muy acotado, cumpliendo satisfactoriamente los objetivos, sus resultados y productos planteados”, explica Silvana Griffero, coordinadora general del proyecto y miembro de la Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví. 

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La gente de Puchuncaví salió a la calle a vernos pasar y aplaudir.

Recuerdos a 45 años del Cierre del Campo de Prisioneros Políticos Melinka – Puchuncaví

Por: Rodrigo del Villar Presidente, Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví.

17 de noviembre de 1976. Los últimos 168 prisioneros políticos recluidos del campo Melinka -Puchuncaví fueron puestos en libertad.

La presión internacional finalmente había conseguido que la dictadura cívico militar se viese forzada a liberar los presos políticos de Puchuncaví. 

Fue un momento de enorme trascendencia, pensando en el significado que la libertad tiene para cualquier ser humano más aún como en el caso de los presos políticos (PP) en este país, que permanecían indefinidamente detenidos por la famosa ley de seguridad interior del Estado. 

La alegría y emotividad por el reencuentro con la familia fue enorme. Pero al mismo tiempo, el recuerdo de tantos camaradas conocidos en el transcurso del tiempo fueron asesinados o hechos desaparecer, oscureció de alguna manera esta liberación y también sembró la inseguridad frente a una nueva realidad que se abria fuera de las alambradas: que no había garantías de ningún tipo frente a esta libertad tremendamente vigilada.

Este emblemático ex campo de veraneo y posterior campo de prisioneros políticos vivió una metamorfosis que el paso del tiempo y el clima costero fueron borrando paulatinamente. 

Con la creación de la Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncavi, se inicia una etapa cuyo fin es la recuperación de la memoria y el trabajo mancomunado entre ex PP, nuevas generaciones y la comunidad de Puchuncaví. 

Esta nueva situación nos hace ver un futuro enormemente positivo y de muchas perspectivas de enorme importancia para la comuna, la región y el país, porque podemos construir un testimonio de lo que fue ese horror, para que las generaciones actuales y futuras lo conozcan y valoren la democracia y los DDHH.

A continuación comparto  un extracto de las memorias de Germán Larrabé, llamadas  “Liberación”

«Durante la campaña para las elecciones presidenciales del año 1976 en los Estados Unidos, el candidato demócrata Carter se distanciaba de la política de Ford y acusaba a las dictaduras militares por las permanentes violaciones de derechos humanos.

Su amenaza era restringir la ayuda militar y las relaciones económicas con todos los regímenes dictatoriales en América del Sur. El gobierno de Pinochet estaba amenazado de un aislamiento diplomático en caso de no mostrar signos de mejoría.

A principios de noviembre Carter ganó las elecciones contra Gerald Ford y se preparaba para asumir el cargo en enero de 1977.

En un gesto de democratización para la opinión pública internacional, Pinochet decidió, de un día para otro, liberar a los detenidos por «Estado de Sitio ». 

A mediados de noviembre, por la radio, nos enterábamos de la medida de amnistía y no podíamos creer que los buses llegarían al día siguiente para trasladarnos a Santiago. 

Fué todo tan rápido que nadie reaccionó en forma racional. 

Durante la noche antes de la liberación, sufrí el primero de varios cólicos renales. El Dr. Francisco Vielma, el chico Vielma, me injectó un calmante y en esas condiciones guardé mis cosas, agarré mi televisor, mis libros, y no sé cómo me subí al bus de carabineros.

 Francisco se sentó a mi lado y yo tengo vagos recuerdos del viaje. Lo que sí noté fue el contraste con el viaje de ida. El año 74 íbamos en el suelo del bus, y los carabineros iban sentados en los asientos normales. O sea, nadie nos vió. 

Ahora íbamos sentados normalmente y la guardia consistía en solamente unos pocos carabineros repartidos por el bus. 

La gente de Puchuncaví salió a la calle a vernos pasar y aplaudir.«

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