Con ella, la conservadora Daniela Bracchitta se planteó una metodología que conjuga los componentes antropológicos, arqueológicos, geofísicos y también de percepción remota o de carácter no invasivo, para detectar huellas o rasgos en el ex campo de prisioneros. Su trabajo abre la puerta a futuras tesis sobre sitios de memoria en Chile.
Con el título de “Reconfiguración espacial del campo de prisioneros Melinka-Puchuncaví: contribuciones al proceso de resignificación como proceso de memoria”, la profesional Daniela Bracchitta Krstolovic culminó a fines de 2021 su máster en Diagnóstico del Estado de Conservación del Patrimonio Histórico, que es impartido regularmente por la Universidad Pablo de Olavide (UPO), en Sevilla.
“Se trata de la recuperación de las huellas y rasgos que pueden persistir o que en este caso persistían en el paisaje del sitio de Melinka-Puchuncaví. Tanto como desde su micro topografía o de la infraestructura remanente, o incluso de los componentes naturales que, finalmente y de cierta forma, permitían visualizar la ocupación del campo de prisioneros políticos como un elemento presente, y no como un sitio más bien eriazo donde quedaba la percepción de vacío”, explica Daniela, quien es Jefa de la Unidad de Patrimonio Arqueológico y Etnográfico del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR), y quien ha sido una persona que se ha vinculado en proyectos de la Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví.
En términos más específicos, con su tesis Daniela se planteó una metodología que conjuga los componentes antropológicos, arqueológicos, geofísicos y también de percepción remota o de carácter no invasivo para detectar estas huellas o rasgos, para poder interpretarlos.
“Esto, con el fin de contribuir al proceso de rehabilitación que se estaba desarrollando allá en Melinka y a su propia resignificación como sitio de memoria”, puntualiza.
El trabajo de Daniela fue evaluado con distinción máxima y recibió muchas felicitaciones de parte de los académicos evaluadores.
“Fue muy positivo hacer este trabajo en el marco del magíster, porque además mi tutora, la doctora Inmaculada Carrasco, es una arqueóloga que trabaja en el tema de arqueología de la represión. Entonces, el tema de mi tesis tuvo buena acogida y, además, siempre tuve el empuje de hacer esta investigación, no sólo por cumplir con el proceso de título, sino que me importaba [que la tesis] tuviese una aplicabilidad y que fuera realmente útil, cosa que finalmente se vio reflejada cuando expuse mi defensa y creo que también lo demuestra el espacio que me abrió la propia Corporación [Melinka] para poder concluir el trabajo”, asevera Daniela Bracchitta.
EL PROCESO DE RECUPERACIÓN
La Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví ha recorrido un largo y esforzado camino en el proceso de recuperación del ex campo de prisioneros, que desde 2018 es Sitio de Memoria y Monumento Nacional en categoría Histórico, para llegar a la instancia que hoy presenta a la comunidad.
“Son muchos años, desde el retorno de la democracia y el regreso de muchos al país, tras el exilio…pero si hubiera que resumirlo, ha sido y es un trabajo de reconocer el espacio [del ex campo de prisioneros], buscando huellas del lugar que habitaron los recluidos. Cientos de prisioneros políticos gracias a cuyos testimonios permitieron levantar el espacio [que hoy trabajamos]”, explica Rodrigo del Villar, presidente de la Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví.
Por otra parte, la Corporación desde el primer día, ha tenido muy presente la importancia de la vinculación con la comunidad de Puchuncaví, quienes también ha colaborado con sus recuerdos en la construcción de esta historia.
“Así fue como en marzo del 2019 conocimos a Daniela Bracchita, en momentos que presentábamos una exposición sobre la historia y resiliencia del Campo de Melinka-Puchuncaví”, recuerda Silvana Griffero Coordinadora de Gestión y Proyectos de la Corporación.
“Con ello, se inició una solicitud de asesoría técnica al CNCR, ademas Daniela estaba buscando un espacio para realizar una tesis de magister, y que para nosotros era importante abordar ese apoyo y trabajo. Ha sido un gran aprendizaje trabajar con ella, contar con su apoyo profesional, orientando en cómo relevar el espacio, y colocando a nuestra disposición diferentes herramientas”, realza Silvana Griffero.
Con su trabajo en Melinka, Daniela ha querido contribuir en la resignificación del excampo, hoy sitio de memoria, para apoyar también en la preservación de la memoria de nuestro pasado reciente.
“He tenido la oportunidad de trabajar con otros sitios de memoria ya recuperados y habilitados. Y a veces las personas no tienen cómo saber las posibilidades de recuperación que tiene un lugar y si bien las decisiones siempre van a seguir siendo de quienes las administran, uno también puede aportar en que el abanico de posibilidades se expanda”, dice Daniela, quien recuerda que entre los miembros de la Corporación había al principio una suerte de desconsuelo, “porque el sitio había sido desmantelado”, explica.
Pero la experiencia de la conservadora le permitió ir identificando huellas e indicios de ciertas formaciones, que comparadas con los recuerdos de los exprisioneros fueron reconstruyendo el espacio.
“A modo de ejemplo, en ciertos lugares del terreno se podía sentir una compactación del suelo y si se observa con cuidado también se nota que la vegetación crece distinto (…) Así empecé a creer que allí había mucho más de lo que alcanzábamos a ver y finalmente sentía que sólo necesitábamos verlo entre todos, ponerlo en común y así que el espacio y cultura material o natural remanente en el sitio se triangularan para que la memoria también fuera encontrando eco en el lugar”, detalla Daniela recordando las jornadas en que se reunían miembros de la Corporación para revisar fotografías aéreas del campo, para identificar rasgos y vestigios.
“Eso lo fuimos descubriendo juntos, porque yo no tenía mucha idea de la configuración del campo. Me acuerdo de que teníamos un plano hecho por Miguel [Montecinos] sin escala, dibujado por percepción de los espacios a partir de sus recuerdos, y eso lo fuimos haciendo dialogar con los rasgos que veíamos en el paisaje y fue súper interesante [pues entendimos] las posibilidades que había por trabajar en el sitio”, expresa.
Para la profesional, su trabajo podría abrir oportunidades y puertas para futuras tesis e investigaciones vinculadas con derechos humanos y recuperación patrimonial.
“Quiero pensar que, a partir de la experiencia con Melinka Puchuncaví, se puede replicar de cierta forma el modo de hacer las cosas en sitios con similares características”, enfatiza Daniela. Es cierto que no hay garantías y también es real que los sitios han sido intervenidos de muchísimas formas, pero los seres humanos dejamos huellas y marcas en los lugares que ocupamos y unos tendrán más capacidad de [reconstrucción] que otros, pero creo que si se han conservado y recuperado sitios con más de 10.000 años que permiten plantear hipótesis sobre el poblamiento americano por ejemplo, tiendo a pensar que incorporar estas metodologías de arqueología y conservación en los sitios de memoria también permitirá abrir nuevos flancos y perspectivas de investigación no sólo de recuperación de información [sino que también] de los procesos de desmantelación y abandono”, adelanta.
MAY
2022